31.1.11

Carta a mi hermano

Cuenta regresiva

Mañana es el día


1 de febrero: día 1: Las Islas

Carta de Horacio Banega al autor

La presente carta aparecerà en el nùmero 1 de la Revista En Ciernes - Epistolarias junto a una respuesta de Carlos Gamerro.

Buenos Aires, Enero 2011 

Estimado Carlos:

Libertella afirmaba que siempre se escribe por demanda. Creo que en este caso convergieron varias que me permiten dar forma a esta misiva para contarle la cantidad de afecciones, pasiones y conceptos que la lectura de Las Islas me provocó la primera vez que la leí, y el inmenso disfrute de la relectura que acabo de finalizar. En la segunda lectura, además de recordar mi primera ‘quebradura de cabeza’, me dediqué obsesivamente a buscar y rastrear indicios que validaran ciertas interpretaciones que jugaban en mi cuerpo de lector, casi copiándole los juegos de adivinanzas y listas que propone en su ensayo sobre Felisberto Hernández y Silvina Ocampo.

Tengo que confesar que soy clase 64. Y que hice la colimba en 1983 en La Paz, Entre Ríos. Una biografía no hace una escritura, lo sabemos, pero estos datos forman parte de mis condiciones de recepción. Creo que, en particular, usted mismo da las claves de lectura de su obra, en su,por así decirlo, labor crítica. Si bien apenas leí Las Islas, busqué su libro sobre literatura argentina, y ahí confirmé lo que ya me había parecido en relación a William Burroughs, recién con Ficciones Barrocas y su definición de que WB no hacía ni ficción ni ciencia ficción sino ficción barroca, entendí que Las Islas es, justamente, eso. Pero también muchas cosas más. La ficción barroca es su identidad textual, pero no su singularidad narrativa (lo copio una vez más).

En la apertura aparece lo que se puede considerar como muy freudiano en el sorete guardado por Tamerlán que pretende transmutar la mierda en oro. En otro pasaje el narrador afirma sobre algo: “ser un alquimista de las conductas, transmutando el plomo en oro.” ¿Qué es lo que transforma la literatura? ¿Qué es lo que transforma Las Islas? Alquimista Carlos ¿se podría decir que, en primer lugar, se pretende una transmutación de la propia literatura en español conectándola con la literatura americana en una ciudad tan afrancesada como Buenos Aires? Si Borges padecía la distancia de la literatura sajona, y Faulkner envidiaba a Shakespeare, ¿qué forma o figura topológica armaríamos insertándolo a usted en dicha serie?

La relación con Faulkner casi parece un chiste. Por otra parte, su obra, antes que rabelasiana, a mí me parece faulkneriana por shakespereana. El chiste: uno de los temas de su novela es la batalla perdida en el Sur, mostrando la miserabilidad de la guerra; mientras que Faulkner no deja de llorar, también, por la batalla perdida en el Sur. Como en todo chiste, como en el chiste de la traducción que Felipe Félix le juega a Verraco para que le haga una fellatio al inglés, en mi conexión con Faulkner hay un fondo de verdad. Es la primera novela faulkneriana que no es realista mágica. Se menciona en una nota en EEUU sobre su novela la relación con Pynchon. Pero, ¿Burroughs más Faulkner no da Pynchon?
Por otra parte, el problema del Mayor X para efectuar la traducción de los kelpers, ¿no dice que los kelpers somos nosotros? Para enfrentarse a Faulkner no basta con leer en inglés, sino enfrentarse a toda la tradición literaria de la comarca a la que pertenecemos, y, entonces, se produce lo que considero como una especie de transmutación de esa tradición en un pliegue que se enrosca hacia el futuro: no se puede escribir más como si Las Islas nunca hubiera sido escrita.

Usted se enfrenta a nuestra tradición, homenajeando a Arlt (es una de las novelas del Siglo XXI porque no esconde el problema inmenso de la relación de la literatura con el dinero), Borges (hay ciegos, una estación Borges), Puig (Toto), Osvaldo Lamborghini (quien no fue cogido de pibe), Echeverría, Piglia, Saer, ¿Aira? Las relaciones con Piglia usted mismo las deja claras, pero hay algo asombroso en su procedimiento de conexión con lo americano por excelencia, que es el cine. La trampa es que Hitchcock es inglés. Emilio aprende de
memoria cualquier cosa (39 Escalones), pero luego que Emilio (Renzi) vuelve a la Patria afásico, el Cuervo (Poe) tiene que analizar el discurso de un esquizofrénico, como en La Loca y el Relato del Crimen (y Krapp´s Last Tape, claro).

Entiendo que la relación con el cine es más profunda: además de la versión de Cronenberg de Naked Lunch, me parece, ahora, que Vértigo y Doble de Cuerpo forman parte esencial del núcleo del argumento o trama de su novela. ¿Y qué es el cine sino un espejo? Espejos, sueños, locura. Parecería que usted nos mostrara el Borda como el borde del pliegue entre afuera y adentro. Adentro de la locura, afuera de la muerte. La Verdad de la literatura es un discurso paranoico, y lo cito: creer que se tiene toda la información. Yo diría: la paranoia es percibir demasiado. Percibir todo es percibir-se en metamorfosis ovidianas que resultan en cucarachas kafkianas. O en sapos. Creía que la frase de Saer no aparecería nunca, hasta que en el final creí reconocer la parte más francesa de su novela por saeriana, antes de la fábula que parece remitir a El Limonero Real, y que nos deja en la más completa ambigüedad: ¿somos la princesa o somos el sapo?

La transmutación de mierda en oro es filmada por Alejandro Jodorowsky en La Santa Sangre, y en el primer capítulo aparece el nombre genérico topo. Acá voy a arriesgarme. Jodorowsky también es barroco, pero se cansó del arte y empezó a intervenir en lo real. ¿Conjurar a nuestros muertos es también intervenir en lo real a través de lo imaginario? (Es maravillosa la escena de la conexión de Felipe Félix con sus muertos).

¿Por qué hay que leer esta novela? Porque es excelente. Porque nos conecta con la literatura en su extensión. Porque es una novela que, pareciendo basada en los comics de Jodorowsky que dibujaba Moebius, que podíamos leer por el delirio del 1 dólar = 1 peso, nos hace pensar en sistemas axiomáticos contradictorios de los que sale cualquier cosa (Felipe Félix se lee los 3 tomos de Principia Mathematica de Russell – Whitehead, libro que funda la lógica matemática de primer orden más identidad de modo axiomático). Porque es una novela que nos interroga fuertemente sobre la relación entre la literatura y la vida. Porque nos plantea cuestiones sobre la Historia y las historias. Porque Malvinas todavía sigue siendo nuestro bocado intragable. Porque hay veteranos que defienden su participación en la única guerra argentina del Siglo XX y merecen ser escuchados. Porque yo, y quizás su autor, pero no todos, no entendemos qué quiere decir la épica de la guerra, que muchos reclaman como ausente en todo nuestro imaginario. Porque una sociedad que admitió campos de concentración, festejó el menemismo y permite que la gente coma basura en la calle es como un sistema lógico contradictorio: puede salir cualquier cosa espantosa de ella. Porque reflexiona en acto sobre el efecto y uso de las palabras y del lenguaje, como Wittgenstein, que escribió el Tractatus Logico-Philosophicus mientras era soldado en la Primera parte de la Gran Guerra, y Burroughs cita a W en el prólogo a Naked Lunch. (Las máquinas Burroughs anteceden a las IBM, y Felipe Félix es informático). Porque en épocas donde las novelas tienen 50 páginas, Las Islas tiene 602, y exige lectores de novelas, esa especie en extinción que hay que propagar. Porque hay un héroe. Porque lloramos, reímos, nos enojamos, sufrimos, odiamos. Porque nos hace pensar si no será posible alguna vez escribir la victoria, escribir victoria (sobre la vida).

Como un subproducto inimaginable de mi conexión con la novela, tuve la suerte de conocer a una persona singular. Conocí a esa persona buscando lo que usted menciona como un antecedente de Las Islas, Guerrilleros, una salida al mar para Bolivia. ¿Quién podría imaginarse que a través de una lectura se llegue a una persona singular como Rubén Mira? Se lo debo a usted, también.

Con sincero respeto y admiración
Horacio Banega